La aviumosis como infección emergente y su quimioterapia

M. Casal Román
Centro de Referencia de Micobacterias, Hospital Universitario Reina Sofía, Facultad de Medicina,
Universidad de Córdoba, 14004 Córdoba.

La aviumosis es una entidad clínica producida por Mycobacterium avium, cuya incidencia en los últimos años, desde la aparición del SIDA, ha aumentado de gran manera en algunos países, como EE.UU. (1). En nuestro país su incidencia no se conoce bien, por lo que nos ha parecido interesante llamar la atención de los médicos sobre esta infección emergente.

Pensamos que el clínico que vea pacientes con SIDA debe tener presente esta enfermedad en sus criterios de sospecha, ya que cada vez será más usual su hallazgo en caso de no practicar quimioprofilaxis. Igualmente, el microbiólogo clínico debe poner a punto todos los medios para obtener la mayor rentabilidad a la hora del diagnóstico, que sin duda, en años futuros, será cada vez más frecuente.

La incidencia de afectación humana por M. avium era baja hasta la aparición del SIDA, habiéndose descrito tan sólo unos 50 casos hasta esa fecha y unos 24 de infección diseminada. Este panorama ha cambiado, ya que las infecciones por M. avium aparecen como unas de las más frecuentes en estos enfermos (2-4).

La afectación de la población se sabía que variaba según los países o zonas geográficas dentro de un país. Así, en el norte de Japón la incidencia era de 0,5 por 100.000 habitantes, y en las zonas del sur de 2 a 4 por 100.000. En EE.UU. se había descrito una mayor incidencia en las zonas rurales del sur (5).

Antes de la aparición del SIDA, la forma clínica humana más frecuente ocasionada por M. avium era la de localización pulmonar, que entre todas las posibles infecciones por micobacterias (a excepción de la lepra y la tuberculosis) causaba el 32% del total en EE.UU. en 1967, el 43% en Alemania en 1968, el 18% en Francia en 1978, el 12% en Inglaterra y Gales y del 75% al 83% en Japón en 1967 y en 1985 (6, 7).

El hábitat de M. avium es el medio ambiente, donde tiene gran capacidad de supervivencia, pudiendo aislarse de tierra, agua o polvo de casa. Las aves salvajes o domésticas son el reservorio habitual. Estas aves eliminan gran cantidad de M. avium en sus heces. En otros animales, como cerdos o ganado vacuno, también pueden encontrarse. El hombre puede infectarse por vía aérea por aerosoles o por vía digestiva por agua y alimentos.

El agente causal de la aviumosis son las micobacterias pertenecientes al hoy denominado "complejo avium". Este grupo "complejo avium" estaría formado por las especies siguientes: M. avium, M. intracellulare, M. paratuberculosis, M. lepraemurium, el bacilo de la paloma torcaz y una posible nueva especie aún no nominada (8). De ellas, M. avium puede aparecer como un cuadro localizado normalmente pulmonar, en un huésped inmunológicamente normal, o bien como un cuadro generalizado en un inmunode-

Tabla1. Clasificación y diagnóstico diferencial de las aviumosis humanas.

Pulmonares Linfáticas Generalizadas
-Fiebre -Fiebre -Fiebre
-Tos -Linfadenopatías -Diarrea
-Diarrea   -Dolor abdominal
-Pérdida
de peso
-Pérdida de peso
-Hepatoesplenomegalia
-Imagen
radiográfica

-Anemia
-Linfadenopatías
 
-Imágenes radiográficas
abdonimales
-Elevación de fosfatasa
alcalina
-Sudor nocturno

primido, normalmente con SIDA. Las formas pulmonares localizadas se iniciarían por la aspiración de M. avium de aerosoles infectados con núcleos desecados que se desarrollarían en zonas de pulmón alterado. Es frecuente que se vean en individuos con afectación pulmonar previa, como puede ser la neumoconiosis o la silicosis, o en trabajadores expuestos a aerosoles, como los que están en contacto con las aves, individuos de sexo masculino y de edad media o avanzada. También se ha descrito el fallo fisiológico de ventilación pulmonar u otros defectos locales. Igualmente aparecen en antiguos enfermos que padecieron tuberculosis pulmonar o enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Otros trabajos en los que haya producción de polvo también favorecen esta enfermedad, habiéndose descrito casos de moledores de metal, soldadores, alfareros, etc. La infección pulmonar primaria en niños es extremadamente rara; parece ser más una infección primaria del adulto que una reinfección endógena de bacilos durmientes (Tabla 1).

Las formas generalizadas se deben siempre a un estado de inmunodepresión del huésped, al que pueden llegar los bacilos del medio ambiente (como en el caso anterior) o por vía digestiva. Así, los primeros brotes descritos de aviumosis generalizadas eran en niños con leucemias, y en la actualidad lo son en adultos con SIDA. En este caso, el M. avium ampliamente distribuido en la naturaleza pasaría fácilmente al tubo digestivo humano, donde produciría una colonización temporal con eliminación si se trata de cepas de M. avium no adherentes o bien una colonización permanente en caso de cepas con receptores específicos, que tendrían una mayor capacidad de adherencia a las mucosas. A partir de aquí, cuando por causa del SIDA u otra afectación se produce una inmunodepresión grave, se produciría una micobacteriosis diseminada. En el SIDA los casos de aviumosis suelen aparecer con una media de linfocitos CD4 de unos 60 por mililitro cúbico, siendo raros con más de 100 CD4 por mililitro cúbico (9, 10).

Parece ser que las micobacteriosis por M. avium sólo aparecen cuando existe un largo intervalo entre el diagnóstico de SIDA y la muerte del paciente, para que dé tiempo a que se produzca un gran deterioro inmunológico, que es cuando puede producirse la aviumosis diseminada. Este largo intervalo constituye hoy un factor de riesgo aceptado.

En los casos de micobacteriosis generalizada por M. avium en SIDA no suele haber respuesta inflamatoria ni destacados daños tisulares. Suele haber colecciones focales de macrófagos con citoplasmas espumosos o granulares, conteniendo micobacterias. Los granulomas están ausentes o poco formados.

La mayor infección de los tejidos se observa en el bazo en la mayoría de los casos, algunos de los cuales no son diagnosticados hasta la autopsia. Sigue la infección de los ganglios linfáticos, el hígado, el tracto gastrointestinal y, con menos frecuencia, el pulmón, la médula y otros tejidos adrenales o el cerebro.

En la localización gastrointestinal se ha descrito, en una serie de pacientes con afectación por M. avium y SIDA, la aparición en el duodeno de unos finos nódulos blancos inusuales, que serían característicos de la aviumosis. En los casos de aviumosis pulmonar en los individuos inmunocompetentes, normalmente no suele diferenciarse la afectación del tejido pulmonar de la que se observa en la tuberculosis. Sin embargo, hay autores que han descrito una extensa e inusual infiltración de la submucosa bronquial por linfocitos y células plasmáticas.

En cuanto a la afectación de los vasos linfáticos en las formas localizadas, no se encuentra ninguna diferencia con la afectación tuberculosa en la mayoría de los casos descritos, tanto de adultos como de niños. Se ha señalado una gran variedad de respuesta inflamatoria de tipo crónico o agudo. Así, se ha podido ver desde supuración aguda a tubérculos epitelioides no necróticos y caseificación.

En los casos de aviumosis generalizada en enfermos de SIDA, el síntoma clínico encontrado más frecuentemente es la fiebre, en un 100%. La pérdida de peso en un 70%, la anorexia en el 80%, diarrea en el 50%, dolor abdominal en el 40% y debilidad en el 81% son síntomas que estadísticamente se diferencian por exceso, de manera significativa, del porcentaje de estos mismos síntomas en los individuos con SIDA pero sin aviumosis. Otros síntomas respiratorios, como tos, expectoración, disnea, hemoptisis o dolor, o bien neurológicos como hemiparesias, ocurren en igual grado en pacientes con SIDA pero sin aviumosis. También se ha descrito malabsorción, sudor y escalofríos. Como signos físicos más frecuentes encontramos hepatomegalia en un 70% de los casos, seguida de caquexia en el 60% y aftas orales en un 50%, que son significativamente más frecuentes en la aviumosis que en otros enfermos con SIDA sin M. avium. La esplenomegalia se da en un 50% de los casos y la linfadenopatía en el 40% (11, 12).

Los signos pulmonares (estertores, roncus, sibilancias y opacidad en la percusión) se observan con igual frecuencia que en los pacientes con SIDA sin M. avium, pudiendo encontrarse pacientes con aviumosis con exámenes pulmonares normales. La alteración del estado mental y los signos focales neurológicos suelen ocurrir en un 15% a 25% de los casos (13).

Los hallazgos radiográficos más diferenciadores en la aviumosis son los derrames pleurales, en los cuales es difícil aislar la micobacteria hasta la autopsia y se dan en más de la tercera parte de los casos. La infiltración difusa bilateral que puede aparecer en la mitad de los casos puede acompañarse a veces de linfadenopatías hiliares o mediastínicas o cavidades. Igualmente, en una quinta parte de los casos la radiografía puede ser normal.

La estancia en el hospital suele ser de una media de 40-50 días, más que el resto de los individuos con SIDA pero sin aviumosis. Igualmente, el número de transfusiones sanguíneas necesitadas suele ser mayor.

El diagnóstico de aviumosis generalizada en SIDA suele hacerse sólo en un 40% de los casos antes de la autopsia. Ante la sospecha clínica, el método de elección es el cultivo de sangre, ya que suele resultar diagnóstico en más de un 80% de las ocasiones. También deben obtenerse otras muestras para cultivo, siendo los porcentajes de positividades normalmente más bajos: 30% en esputo, 30% en broncoscopia, 30% en toracotomía, 60% en heces, 40% en médula, 30% en orina y 30% en líquido cefalorraquídeo. La microscopia de las muestras, aunque éstas resulten positivas en cultivo, suele ser negativa. En la actualidad se ensaya la técnica de PCR como diagnóstico directo.

El diagnóstico diferencial deberá hacerse con otras micobacteriosis que son menos frecuentes y sobre todo con la tuberculosis, que en España es la afección por micobacterias más frecuente (14, 15).

También habrá que tener en cuenta la posible coexistencia de M. avium y M. tuberculosis, o bien de dos micobacterias atípicas. También puede encontrarse una micobacteria con otras afecciones como pneumocistosis, sarcoma de Kaposi o citomegaloviriasis, hecho frecuente en individuos con SIDA con estado inmunológico deteriorado.

Para el diagnóstico diferencial entre tuberculosis y aviumosis, antes de que llegue el resultado del cultivo, sabemos que hay una serie de diferencias que nos pueden ayudar: en más del 80% de los casos la tuberculosis puede ser la primera manifestación del SIDA. Por contra, en más del 80% de los casos de aviumosis el paciente ya suele haber tenido varias afecciones típicas del SIDA, apareciendo M. avium tardíamente, con una media de ocho meses previos de clínica de SIDA, aunque este periodo puede variar de dos meses a dos años.

El tiempo de supervivencia de la tuberculosis en los casos de SIDA suele ser largo, con un tratamiento normalmente eficaz hasta ahora en la mayoría de los países, a excepción de los casos de multirresistencia recientemente descritos. Para la aviumosis, por el contrario, el tiempo de supervivencia suele ser corto por aparecer en las fases terminales de la enfermedad. Asimismo, el tratamiento no es tan eficaz como el de la tuberculosis, si bien con los últimos regímenes se están consiguiendo mejores resultados para la calidad de vida del paciente que en los primeros años de aparición del SIDA. El pronóstico en cualquier caso de aviumosis en SIDA suele ser malo para la vida del paciente, más que por la enfermedad en sí por ser éste un marcador de mala evolución inmunológica que suele llevar a la muerte en meses.

Los síntomas y la reacción inmunológica humoral o celular suelen ser poco pronunciados o negativos en la aviumosis y más pronunciados, si bien variables y no siempre presentes, en la tuberculosis. En la aviumosis no suelen aparecer anticuerpos ni granulomas.

La tuberculosis que suele ocurrir por reactivación endógena es frecuente en los países en desarrollo o bien en grupos de población infectados en los países desarrollados, como pueden ser los negros o hispanos en EE.UU. o los emigrantes africanos o asiáticos en Europa. La aviumosis se da más frecuentemente en los sujetos de raza blanca, no por reactivación endógena sino como infección primaria exógena. La tuberculosis se da más en adictos a drogas por vía intravenosa y la aviumosis en homosexuales.

Los síntomas son comunes en gran parte, si bien la presencia de linfadenopatías de más de un centímetro de diámetro nos orientarían hacia tuberculosis y la aparición de úlceras perianales lo haría hacia aviumosis.

En el diagnóstico diferencial radiológico, el hallazgo de derrames pleurales e hiliares es, estadísticamente, más frecuente en la tuberculosis, pudiendo ser la aparente normalidad lo más frecuente en la aviumosis.

En los análisis, las cifras medias de hemoglobina, linfocitos totales y CD4 son significativamente más bajas en la aviumosis que en la tuberculosis. También suele ser más baja la concentración de lactato deshidrogenasa.

En relación al lugar de la infección, resultan significativamente más frecuentes el pulmón, la pleura y los linfocitos. La bacteriemia es más frecuente en la aviumosis, lo que proporciona el diagnóstico en más del 90% de los casos en comparación con tan sólo el 40% en los casos de tuberculosis, donde suele ser la

Tabla 2. Micobacteriosis por M. avium.

  Paciente
con SIDA
Pacientes
VIH negativos
Frecuencia Alta (30%-50%) Baja
Serotipos 4-8-1 7,9,12,14,15,16
Granuloma No suele haber
Anticuerpos Negativos Positivos
Localización Intestinal Pulmonar
Tratamiento No favorable Puede ser favorable a largo plazo
Diseminación Frecuente No frecuente
Baciloscopias Negativas Positivas
Hemocultivos Positivos Negativos
PPD Negativa Positiva

baciloscopia del pulmón o de los ganglios linfáticos positiva en el 80% o 90% de los casos, al contrario de la aviumosis, en la que tiene mucho más bajos porcentajes de positividad. En la aviumosis es frecuente establecer el diagnóstico sólo en la autopsia.

También hay diferencias entre las micobacteriosis por M. avium en SIDA y en pacientes inmunológicamente normales (Tabla 2).

La evolución de la aviumosis en los pacientes sin SIDA parece ser diferente según la infección sea de tipo primario o secundario. Normalmente, dentro del grupo de infección primaria un 4% progresan a la muerte, con una media de edad de 58 años. El curso de la enfermedad es como el de la tuberculosis antes de la era antibiótica. Otro 8% de los enfermos también pueden morir, si bien normalmente por causas acompañantes a la infección por M. avium, como pueden ser la neumonía, el cáncer, el infarto, etc.

En los casos de aviumosis de tipo secundario no suele haber una mala evolución a la muerte. También se ha visto que hay un tipo de

Tabla 3. Antimicrobianos usados en casos de aviumosis.

Antimicrobiano Dosis al día Posibles efectos secundarios
Amikacina 7,5-15 mg/kg Nefrotoxicidad, cutáneos, ototoxicidad
Azitromicina 500-600 mg Digestivos (diarrea y náuseas), pérdida de audición, dolor abdominal, alteración de enzimas hepáticas y leucocitopenia
Ciprofloxacino 500-750 mg Digestivos (diarrea y náuseas), anorexia, cambios de estado mental
Claritromicina 500-1000 mg Digestivos (diarrea y náuseas), pérdida de audición, dolor abdominal, alteración de enzimas hepáticas y leucocitopenia
Clofazimina 100-200 mg Náuseas, dolor abdominal, ictiosis, coloración de piel, neuropatía, retinopatía
Etambutol 800-1000 mg Náuseas, anorexia, diarrea, cutáneos, neuritis retrobulbar, pérdida de visión de colores
Rifampicina 600 mg Digestivos (diarrea y náuseas), dolor abdominal, erupción, mialgias, neutropenia, trombocitopenia, alteración de enzimas hepáticas, dolor de cabeza
Rifabutina 300-600 mg Digestivos (diarrea y náuseas), dolor abdominal, coloración de la piel, lágrimas y orina, uveítis, erupción, mialgias, neutropenia

pacientes con infección por M. avium "pasajera", que se da en un 8% de los casos, normalmente en edades más jóvenes (media de 48 años). Estos pacientes reaccionan menos al antígeno de M. avium que al de M. tuberculosis aunque padezcan infección pulmonar por M. avium. Normalmente producen la conversión del esputo en unos 3 meses y suelen cerrar las cavernas, si las tenían, a los seis meses de tratamiento. Por su parte, los pacientes que evolucionan mal y siguen eliminando M. avium suelen presentar, además de lo ya mencionado, una reactividad más fuerte a antígenos de M. avium que de M. tuberculosis.

El uso de antimicrobianos en la evolución del cuadro, aunque los microorganismos aparezcan como resistentes in vitro, tendría, al igual que en los casos de tuberculosis resistente a los fármacos, el efecto de prevenir el agravamiento de la enfermedad aunque a veces no logre del todo la conversión del esputo (Tabla 3).

En los casos de SIDA y aviumosis normalmente la evolución es mala, dado el grado de deterioro inmunológico del paciente. Así mismo, se sabe que la infección por M. avium en estos enfermos contribuye sustancialmente al agravamiento de la enfermedad general y a la muerte. Así, por estudios en EE.UU. se estima en 4,1 meses la media de supervivencia en enfermos con SIDA y aviumosis, cuando en enfermos con SIDA sin aviumosis la media está en 11,1 meses (16).

En aviumosis sin SIDA el pronóstico dependerá del tipo de infección, primaria o secundaria, como hemos mencionado al hablar de la evolución. En general el pronóstico es más grave si existe otra afección acompañante, como es el caso de la neumoconiosis en la aviumosis pulmonar, en que según la experiencia internacional unos dos tercios de los enfermos suelen morir y casi ninguno de los restantes negativizar a pesar del tratamiento. Hoy, con los nuevos regímenes, la negativización parece ser más posible. La gravedad, lógicamente, también depende de la virulencia de la cepa, según el serotipo, y de la forma clínica, así como de la sensibilidad o resistencia a los antimicrobianos. Las formas localizadas, tipo adenopatías, lógicamente tienen un pronóstico más favorable aunque puedan necesitar intervenciones quirúrgicas (17).

En el tratamiento, los primeros regímenes usados solían ser de tres o cuatro fármacos, aunque un 10% de los pacientes seguían activos después de 4 años de tratamiento y en el retratamiento de las recaídas tan sólo la mitad de los casos respondían. Hay quien preconiza incluso no tratar a los pacientes relativamente estables. La cirugía solamente se usa en casos localizados, seguida de una pauta con tres fármacos durante dos años (Tabla 4).

Los regímenes más usados han sido a base de etambutol, etionamida y cicloserina, en 85 pacientes tratados por Stead en 1979. Rifampicina, etambutol, etionamida, capreomicina, kanamicina, INH, pirazinamida y cicloserina en combinaciones de cinco o seis fueron usados en 107 pacientes por Davison en 1976 (18). En 1981 Hunter utiliza asociaciones de INH y rifampicina más etambutol y a veces más kanamicina; solían administrarse normalmente 4

Tabla 4. Algunos tratamientos usados en aviumosis.

Claritromicina 500 mg
Etambutol 800 mg, 1000 mg
Clofacimina 100 mg
Azitromicina 600 mg
GMCSF 250 mg
Claritromicina 1000 mg
Etambutol 15 mg/kg, 800 mg
Claritromicina 1000 mg, 500 mg
Etambutol 800mg, 800 mg
Rifabutina 600 mg, 300-450 mg
Ciprofloxacino 750 mg
Clofazimina 100 mg
Etambutol 800 mg
Rifampicina 600 mg
Azitromicina 1200 mg
Esparfloxacino 300 mg
Azitromicina 600 mg
Etambutol 800 mg
Amikacina 1000 mg o 7,5 mg/kg peso
Clofazimina 100 mg o rifampicina 600 mg
Ciprofloxacino 500 mg, 1500 mg
Etambutol 800 mg, 1000 mg
Amikacina 7,5 mg/kg/2 veces al día
Claritromicino 1000 mg/2 veces al dÍa
Ciprofloxacino 500 mg/3 veces al día

Tabla 5. Pauta de tratamiento de micobacteriosis por M. avium en SIDA en primera fase bactericida.

Amikacina* 500 mg/2 veces al día i.v.
Clofazimina* 100 mg/día Oral
Ciprofloxacino+ 500 mg/día Oral
Etambutol+ 800 mg/día Oral
*En septicemias. +Se añaden si hay diarrea.

o 6 fármacos más uno parenteral, a poder ser sensible según el antibiograma, y al menos un año más se seguían dando la mitad de los fármacos oralmente. También se ha usado la clofazimina en combinación con otros fármacos antituberculosos derivados de la rifampicina, como la rifabutina o la amikacina (19). En pacientes con SIDA los resultados quizás no son todo lo buenos que se esperaba según los estudios in vitro, debido al estado inmunológico del paciente. Otros compuestos ensayados en clínica han sido la minoclina, la sulfadimetoxina y la kitasamicina. Así, Tsukamura utiliza un régimen a base de 100 mg de minociclina, 1 g de sulfadimetoxina y 600-1200 mg de kitasamicina diariamente durante ocho meses a dos años y obtiene un 70% de conversión del esputo. En caso de afección pulmonar se han usado 300 mg de INH más 600 mg de rifampicina, 15 mg/kg de peso de etambutol y 1 g de estreptomicina durante dos años. Se puede reemplazar la rifampicina por 300 mg de rifabutina más 300 mg de clofazimina y aumentar la dosis de INH a 900 mg en caso de infección diseminada en SIDA. En estos casos, si bien la estreptomicina se puede dar los 2-4 primeros meses, el tiempo de administración del resto de los agentes no se ha definido bien hasta el momento.

En los casos de aviumosis diseminada en SIDA ya existe bastante experiencia como para recomendar unas pautas de tratamiento. Así, una pauta puede ser la recogida en la Tabla 5, donde vemos cómo en las primeras fases del tratamiento, que se intenta sea bactericida, se dan amikacina y clofazimina, añadiéndose, si hay diarrea, ciprofloxacino y etambutol. Si la aviumosis continúa se pasa a una pauta oral por tiempo indefinido, como se describe en la Tabla 6, a base de una asociación de cuatro agentes por vía oral: ciprofloxacino, clofazimina, etambutol y rifampicina.

Tabla 6. Pauta de tratamiento de micobacteriosis por M. avium en SIDA en segunda fase (tiempo indefinido).

Ciprofloxacino 500 mg/2 veces al día Oral
Clofazimina 100 mg/día Oral
Etambutol 800 mg/día Oral
Rifampicina 600 mg/día Oral

Tabla 7. Tratamiento de M. avium en SIDA (Collaborative Treatment Group, USA 1990).

Amikacina (i.v.) 7,5 mg/kg peso/día 1 mes
Ciprofloxacino 750/2 veces día Oral
Etambutol 1 g/día Oral
Rifampicina 600 mg/día 3 meses

En EE.UU. también se ha ensayado otra pauta que reduce el número de micobacteriemia y los síntomas (Collaborative group, USA 1990), que se recoge en la Tabla 7, y que utiliza el primer mes amikacina más ciprofloxacino, etambutol y rifampicina, que se continúan al menos otros tres meses más o indefinidamente hasta la muerte del paciente.

Otra pauta desarrollada con éxito al hacer desaparecer la bacteriemia en dos a ocho semanas y el M. avium de los tejidos, ya que en los pacientes estudiados no se encontró la micobacteria en la autopsia, se recoge en la Tabla 8. Se utilizará amikacina las tres primeras semanas junto a ciprofloxacino y claritromicina, que se continúan indefinidamente. Se atribuye a la claritromicina un gran papel por su acción intramacrofágica.

Tabla 8. Tratamiento de M. avium en SIDA. (Lalla, F. y cols., 1992.)

Amikacina 7,5 mg/kg i.v. 2 veces/día 3 semanas
Claritromicina 1 g Oral 2 veces/día Indefinidamente
Ciprofloxacino 500 mg Oral 3 veces/día Indefinidamente

También con claritromicina se ha ensayado otro régimen que asocia al macrólido rifampicina, INH y clofazimina (20).

Así mismo, en 1992 se experimentó con un régimen igual al anterior a base de claritromicina, clofazimina e INH cambiando la rifampicina por etambutol.

Últimamente tiende a cambiarse la rifampicina por otro derivado más activo y que parece crea menos resistencias, la rifabutina, y así se han usado regímenes a base de clofazimina, INH y claritromicina más rifabutina (21).

Después de numerosas experiencias parece que un buen régimen ensayado en Canadá podría ser la asociación de claritromicina, etambutol y rifabutina. La rifabutina se usará a razón de 300 a 600 mg/día. A este régimen podríamos hacer el comentario de que la claritromicina, en caso de que el paciente la rechace, podría cambiarse por azitromicina, que parece dar los mismos resultados; y también que si el cuadro es grave podríamos añadir amikacina, que es sumamente eficaz, y si podemos usar la forma liposómica mejor aún.

Los problemas de coste y de toxicidad se nos presentan en el momento presente como importantes a la hora de añadir fármacos a un enfermo, que en caso de SIDA ya tomará gran número de medicamentos.

En relación a la quimioprofilaxis de la aviumosis en el SIDA, el fármaco más utilizado en EE.UU. es la rifabutina, a dosis de 300 mg/día de por vida del paciente. Con ello se ha visto un diferencia estadísticamente significativa entre los pacientes que tomaban rifabutina y los pacientes del grupo control que no la tomaban (22).

Surge el problema de la posibilidad de aparición de resistencias después de su uso masivo, y de la ineficacia en caso de tuberculosis, donde por monoterapia se haría resistente aunque en principio fuese sensible. No obstante, si hay infección con pocos bacilos tuberculosos podría también servir de quimioprofilaxis, ya que las cepas de M. tuberculosis pueden ser sensibles a la rifabutina, a no ser que sea una cepa previamente resistente a rifampicina con resistencia cruzada.

Para evitar estos problemas también se están ensayando otros fármacos asociados a rifabutina, como la claritromicina y la azitromicina, y también un solo fármaco de estos dos últimos, con esperanzadores resultados.

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