J. Gómez1, F. Herrero2 y J. Ruiz Gómez3
Virgen de la Arrixaca; Cátedra de Patología y Clínicas
Médicas, Facultad de Medicina, Murcia.
INTRODUCCIÓN La profilaxis antibiótica se considera un tema de máximo
interés debido a las ventajas que representa en diversas situaciones
quirúrgicas. Sus indicaciones, al no estar exenta de potenciales
inconvenientes, como hipersensibilidad y facilitación del desarrollo
de resistencias bacterianas, deben ser valoradas cuidadosamente por el
médico para mejorar la relación riesgo/beneficio (1). El objetivo principal de la profilaxis antibiótica en cirugía
es disminuir la incidencia de infecciones postoperatorias, sobre todo de
las heridas (2). La decisión de establecer una profilaxis implica, por parte del
médico, la puesta en marcha de un análisis detallado de las
diversas circunstancias que abarcan no sólo el tipo de infección
y el microorganismo más probable productor de ésta, sino
también las condiciones clínicas del paciente, las características
del antibiótico más apropiado a emplear y por último
el tipo de intervención quirúrgica y su duración (3). La importancia de la profilaxis antibiótica quirúrgica
es de tal magnitud que requiere actualizarse para estructurar su uso razonado
con objeto de mejorar su rendimiento (4-6). FUNDAMENTOS DE LA PROFILAXIS EN CIRUGÍA La infección es la causa más importante del fracaso de
la cirugía. Su frecuencia se puede cifrar en 1 de los 23 millones
de pacientes sometidos cada año a cirugía en EE.UU. (4).
No se conoce con precisión la mortalidad por infección de
la herida operatoria, pero se supone que es baja, en contraposición
a su morbilidad y costes económicos derivados, que suelen representar
una fuente importante de problemas sociosanitarios (6). La infección sólo se produce cuando los microorganismos
invaden los tejidos en número suficiente para superar las defensas
del organismo. Esta capacidad defensiva se puede resentir por circunstancias
como la malnutrición, destrucción hística excesiva,
isquemia tisular pronunciada o anestesia y cirugía prolongadas (7,
8). Otras situaciones, como obesidad y estancias preoperatorias prolongadas,
se consideran también factores de riesgo de infección de
la herida operatoria. La profilaxis de la infección quirúrgica respondería
a unos principios generales que consistirían en evitar al máximo
la contaminación bacteriana, utilizar los antibióticos idóneos
de espectro mediano, en el momento preciso y de forma adecuada, así
como no disminuir los mecanismos defensivos del paciente frente a los microorganismos
(8). La contaminación bacteriana se puede minimizar extremando las
medidas encaminadas a esterilizar de forma sistemática y cuidadosa
el instrumental quirúrgico y las gasas, las manos del personal de
quirófano, la piel del paciente y el ambiente del quirófano
(5, 8). Por otra parte, sería conveniente administrar por vía
intranasal algún antimicrobiano eficaz (por ejemplo mupirocina)
para erradicar Staphylococcus aureus de los portadores que se vayan a someter
a cirugía, así como del personal de quirófano, para
lograr disminuir la mayor tendencia a la infección de la herida
operatoria (4, 9). La profilaxis antibiótica en cirugía consiste en la administración
de un antimicrobiano para reducir el número de patógenos
hasta que las defensas del organismo sean suficientes y eficaces para evitar
la infección. Actualmente nadie duda de la conveniencia y necesidad
de la profilaxis antibiótica en cirugía, hasta el punto de
que su utilización alcanza unas cotas que en algunos lugares vienen
a representar la mitad de todos los antimicrobianos usados hospitalariamente
(10). Por lo tanto, la profilaxis antibiótica en cirugía
tiene una importancia básica, con repercusión tanto clínica
como económica, que hacen de ella un tema multidisciplinar de interés
prioritario. Su controversia y debate se debe al empleo de distintas pautas antibióticas
que han obtenido resultados contradictorios, por lo que es de gran importancia
estructurar de forma uniforme su "protocolización" consensuada,
ya que en nuestra experiencia (11) y la de otros autores (12) su cumplimiento
adecuado se asocia de forma significativa con una mayor eficacia, disminución
de las infecciones postoperatorias, menores estancias y bajo coste. Por
ello, la profilaxis antibiótica en cirugía se puede considerar
como uno de los indicadores de la calidad asistencial (13). BASES DEL USO RAZONADO DE LOS ANTIBIÓTICOS EN LA PROFILAXIS
EN CIRUGÍA Indicaciones Se acepta su uso en los pacientes sometidos a cirugía (limpia-contaminada)
con alta incidencia de infecciones, en la que requiere implantación
de material protésico y en otros casos en que las infecciones son
especialmente graves (2). En la cirugía limpia-contaminada, además de utilizar la
pauta antibiótica encaminada a reducir el número de bacterias
debe evitarse la contaminación de materiales procedentes de vísceras
abiertas. El prototipo de esta situación es la cirugía de
colon, que alcanza elevadas concentraciones bacterianas. El resto de los
órganos digestivos (vesícula, páncreas, estómago,
duodeno e íleon) normalmente son estériles, pudiendo perder
su condición si sufren procesos de inflamación, obstrucción
o necrosis (2, 4, 5, 8). La profilaxis antibiótica también puede resultar beneficiosa
en cirugía limpia, como la herniorrafia inguinal y la cirugía
de mama, aunque no conlleve implante de cuerpo extraño (9). Una vez aceptada la necesidad de profilaxis antibiótica en cirugía,
debemos contestar a una serie de cuestiones: Elección del antibiótico Debe hacerse teniendo en cuenta una serie de factores, como su eficacia
frente a los patógenos contaminantes más frecuentes, el tipo
de cirugía y la duración, una farmacocinética que
garantice la buena difusión tisular y una vida media lo más
prolongada posible que permita su utilización en régimen
de monodosis. Es igualmente conveniente que tenga un buen perfil de seguridad,
no favorezca el desarrollo de resistencias bacterianas y suponga un bajo
coste. Dados los cambios de sensibilidad de los patógenos más
importantes entre los distintos hospitales, cada centro debe establecer
sus propios perfiles de profilaxis antibiótica de acuerdo con las
bases antes comentadas.
Tabla1.Profilaxis antibiótica en cirurgía.Protocolos del
hospital Universitario Virgen de la Arrixaca, 1996-1997.
En este sentido, la profilaxis antibiótica en cirugía
debe dirigirse contra los contaminantes habituales, que en gran número
de procedimientos quirúrgicos están constituidos por los
cocos grampositivos (S. aureus, S. epidermidis) y determinadas enterobacterias.
Las cefalosporinas de primera generación (cefazolina) y segunda
(cefonicida y cefuroxima) son los antibióticos más utilizados
por su buena correlación coste/eficacia. La cobertura, por tanto,
no se realiza para todos los patógenos potenciales sino para los
más habituales, implicando la necesidad de seguimiento microbiológico
para detectar posibles resistencias (14, 15). En nuestro hospital se indican
dos posibilidades de antimicrobianos profilácticos en cada tipo
de cirugía, como cefazolina o cefuroxima, cefalosporinas de vida
media prolongada, con buenas concentraciones plasmáticas y tisulares,
baja toxicidad y coste asequible. Salvo en algunos casos, el uso de cefalosporinas
de tercera generación no representa ninguna ventaja adicional sobre
las de primera o segunda generación, ya que su actividad frente
a S. aureus es inferior a la de las anteriores y además su elevado
consumo puede favorecer la aparición de colonizaciones, sobreinfecciones
y desarrollo de resistencias bacterianas (2, 6, 9). En cirugía ginecológica, colorrectal y abdominal de urgencias,
donde se requiere cubrir flora mixta aerobia y anaerobia, es necesario
utilizar combinaciones de clindamicina, metronidazol u ornidazol + gentamicina,
amoxicilina más ácido clavulánico o piperacilina +
tazobactam dada su buena actividad frente a anaerobios y enterobacterias.
Esta última logra una eficacia semejante y cubre el espectro de
Enterococcus sp. y Streptococcus sp. con mayor comodidad, menor toxicidad
y menor coste (2, 9). Modo y vía de administración Constituye una de las claves del éxito en la prevención
de la infección en el postoperatorio, siendo de gran importancia
el momento de inicio de la administración del antibiótico.
Durante décadas se administró equivocadamente durante la
intervención, al final de ésta e incluso se continuaba administrando
durante varios días. Actualmente se ha podido comprobar que su administración
es más eficaz cuando se inicia 1 hora antes de la intervención
quirúrgica, al conseguir buenas concentraciones plasmáticas
y tisulares del agente antimicrobiano que impiden la contaminación
y el crecimiento bacteriano en la herida operatoria (4, 12, 13). Dado que
el comienzo de la intervención puede retrasarse, la administración
del antimicrobiano suele hacerse en el momento de la anestesia. Esta dosis
única preoperatoria es suficiente y eficaz excepto en las intervenciones
que duran 2 o más horas, en las cuales es aconsejable administrar
otra dosis al final del acto quirúrgico. De igual forma, en la cirugía
electiva de colon se aconseja iniciar la profilaxis con antibióticos
orales 24 horas antes de la intervención con el fin de alcanzar
concentraciones intraluminales y sistémicas óptimas (14,
15). Se utilizan eritromicina y neomicina asociadas en tres dosis. Esta
pauta es seguida en EE.UU., pero en España y otros países
europeos la mayoría de los cirujanos utilizan la preparación
previa del colon con lavado anterógrado y después eligen
antibióticos por vía venosa antes de la cirugía. La
elección y la administración adecuadas del antibiótico
deben acompañarse fundamentalmente de una cirugía cuidadosa,
lo más económica posible en la resección y que produzca
la menor hipoxia en los tejidos, que de lo contrario podrían quedar
desvitalizados y se posibilitaría el desarrollo de la infección
con gran facilidad. Concomitantemente se debe adoptar una serie de medidas encaminadas a
prevenir infecciones a distancia, pulmonares (16), asociadas a sonda urinaria
(17) o a catéteres intravenosos (18). La profilaxis antibiótica en cirugía es inadecuada cuando
no se respetan las normas comentadas. En un estudio (4) se identificaron
como errores más frecuentes de la profilaxis su aplicación
en indicaciones no establecidas, la elección inadecuada del antimicrobiano,
la omisión de la dosis preoperatoria y la duración excesiva
de la profilaxis. Las consecuencias de este mal uso se traducen en una
mayor aparición de efectos indeseables, desarrollo de resistencias
bacterianas, favorecimiento de colonizaciones e infecciones postoperatorias
y una elevación del coste. Ante todo lo expuesto es importante establecer unas normas generales: Cirugía cardiaca Es eficaz en cirugía protésica, bypass coronario e implantación
de marcapasos. Las dosis únicas son de elección siempre y
cuando mantengan concentraciones plasmáticas y tisulares adecuadas
durante toda la intervención. Como alternativa se puede usar cefazolina
a dosis de 1 g/8 h i.v. o cefuroxima 1,5 g/8 h i.v., respectivamente, durante
24-48 horas (21-25). Cirugía torácica En la actualidad, aunque existen dudas sobre su conveniencia, el uso
de monodosis preoperatoria con cefazolina 2 g i.v. o cefuroxima 1,5 g i.v.
se asocia con una disminución de las infecciones de la herida operatoria.
Cuando el tratamiento se mantiene 48 horas tras la cirugía se ha
observado una disminución de las neumonías y empiemas, en
comparación con la administración de dosis única (26-28). Cirugía vascular Se acepta que debe utilizarse en cualquier intervención que implique
reconstrucción quirúrgica con o sin implantación de
material protésico en la aorta abdominal y los vasos de las extremidades
inferiores (2, 29). La pauta de elección es monodosis de cefazolina
2 g i.v. o cefuroxima 1,5 g i.v. Cirugía ortopédica Está indicada y es eficaz en el implante de piezas metálicas
o prótesis. Se recomienda cefazolina 2 g i.v. o cefuroxima 1,5 g
i.v. en el preoperatorio, siendo opcional 3 dosis más hasta un total
de 24 horas (2, 30, 31). Cuando se trata de amputación de un miembro
se prefiere amoxicilina más ácido clavulánico 2 g
i.v. o la asociación de clindamicina 600 mg i.v. y gentamicina 80
mg i.v. en dosis preoperatoria y después continuar hasta 4 dosis
en total. No está demostrada la eficacia de la profilaxis de endocarditis
en los portadores de prótesis ortopédicas sometidos a instrumentaciones
o manipulaciones dentales, digestivas o genitourinarias (27). Cirugía obstétrico-ginecológica Se aconseja en cesáreas de urgencia, abortos de primer y segundo
trimestre y en las histerectomías vaginales y abdominales. Los antibióticos
de elección son amoxicilina más ácido clavulánico
2 g i.v. o cefazolina 2 g i.v. en monodosis preoperatoria. Los antimicrobianos
de mayor espectro, como las cefalosporinas de tercera generación,
no consiguen mayor eficacia y por el contrario se asocian a un aumento
de las colonizaciones (27, 32-36). Cirugía urológica Cuando existe infección urinaria deben usarse antibióticos
antes de la prostatectomía para esterilizar la orina. Cuando ésta
es normal, el uso de monodosis de cefazolina 2 g i.v. o cefuroxima 1,5
g i.v. en el preoperatorio se asocia con una disminución de las
infecciones urinarias, en nuestra experiencia y en otros estudios de la
literatura (37, 38). No debe emplearse profilaxis de rutina en los implantes
de prótesis peneanas ni en la cistomanometría por la baja
incidencia de infecciones. Neurocirugía La profilaxis antibiótica es eficaz, con disminución significativa
de la tasa de infección y mínima toxicidad. La pauta más
común consiste en la administración de cefazolina 2 g i.v.
o cefuroxima 1,5 g i.v. antes de la cirugía, debiendo repetir la
dosis si el acto quirúrgico tiene una duración de 2 o más
horas, como se comentó en otro apartado anteriormente. El uso en
la implantación de cortocircuito de LCR ha sido controvertido; sin
embargo, hay estudios recientes que encuentran una disminución de
las infecciones tras la profilaxis (27, 32). Cirugía de cabeza y cuello La cirugía mayor, fundamentalmente neoplásica, de cabeza
y cuello que afecta a las vías aéreas y digestivas, se beneficia
de profilaxis con clindamicina 600 mg i.v. más tobramicina 100 mg
i.v. antes del acto quirúrgico hasta completar cuatro dosis de clindamicina
y tres dosis de tobramicina, dada la presencia de flora mixta como causa
de infecciones postoperatorias de estos pacientes. El resto de cirugía
no contaminada presenta tasas bajas de infección que no requieren
profilaxis. En los implantes cocleares se puede usar un agente antiestafilocócico
con buena difusión, como cefuroxima, en monodosis preoperatoria.
En cirugía ocular sólo se emplean preoperatoriamente gotas
de polimixina más cotrimoxazol o de gentamicina (27, 38-40). Cirugía gastroduodenal Existe un elevado riesgo de infección cuando los mecanismos que
impiden el desarrollo bacteriano, principalmente la acidez gástrica
y la peristalsis intestinal, se hallan alterados por procesos orgánicos
o por fármacos bloqueadores de los receptores de H2. En estos casos
puede utilizarse monodosis de cefazolina 2 g i.v. o cefuroxima 1,5 g i.v.
una hora antes de la cirugía (2, 41). Cirugía de las vías biliares Solamente se debe emplear profilaxis en los casos con mayor riesgo de
infección, como ancianos, colecistitis agudas, ictericia obstructiva
o cálculos en colédoco (2, 41-43). La bilis, en condiciones
normales, es estéril. Cirugía colorrectal El colon y el íleon terminal se comportan como enormes reservorios
de bacterias anaerobias facultativas separadas del resto del organismo
por la mucosa indemne. Cuando se produce la pérdida de integridad
de esta barrera, como sucede en caso de traumatismos, inflamación
ulcerosa o resección quirúrgica, las bacterias contaminan
los tejidos adyacentes, incluido el peritoneo, y pueden aparecer infecciones
graves. Por esta razón se han realizado numerosos estudios encaminados
a encontrar el método de esterilización del colon más
idóneo con vistas a una cirugía posterior. En este sentido,
la preparación con lavado anterógrado del colon junto con
antibióticos constituye la principal medida en la prevención
de infecciones postoperatorias. Los antimicrobianos a utilizar deben tener actividad frente a los microorganismos
integrantes de la flora colónica, pudiéndose administrar
por vía oral o intravenosa, sin que esté demostrada una mayor
eficacia con la asociación de ambas. La eritromicina y la neomicina
por vía oral son eficaces y se pueden usar en cirugía programada.
Como alternativa o en caso de cirugía de urgencia, que no permita
una adecuada limpieza del colon, puede usarse por vía intravenosa
la asociación de clindamicina o metronidazol más gentamicina
(44-46). La sustitución del metronidazol (3-4 dosis de 500 mg) por
ornidazol (monodosis de 1 g) logra una eficacia semejante con una mayor
comodidad y abaratamiento del coste (47). La amoxicilina más ácido
clavulánico 2 g i.v. preoperatoriamente logra resultados semejantes
a los de las asociaciones anteriormente comentadas, con una mejora de su
rendimiento (15). La profilaxis antibiótica es beneficiosa en la apendicitis aguda
purulenta; se reduce la tasa de infección con monodosis de amoxicilina
más ácido clavulánico 2 g i.v. Las apendicitis perforadas
se consideran cirugía sucia y los antibióticos deben mantenerse
durante 5 a 10 días (15, 48). Procedimientos endoscópicos El riesgo de infección es bajo en los pacientes sometidos a procedimientos
endoscópicos, sin evidencia clínica, analítica o radiológica
de obstrucción. Por tanto, en estas situaciones, la administración
profiláctica de antibióticos no supone ningún beneficio
adicional para el paciente. Sin embargo, cuando se trata de realizar una
colangiografía retrógrada es importante precisar si existe
o no obstrucción de la vía biliar, ya que en los casos de
dificultad al tránsito de la bilis es aconsejable la administración
de forma profiláctica de un antimicrobiano en dosis única
en los pacientes sin evidencia de sepsis (49). De igual forma, en cirugía laparoscópica en el grupo de
pacientes con alto riesgo el uso previo de antimicrobianos en monodosis
se ha asociado con una disminución de las infecciones postquirúrgicas.
La cefuroxima a dosis de 1,5 g i.v. 1 hora antes de los procedimientos
es la alternativa más usada, encontrándose una buena eficacia
(50). RESUMEN Aunque hoy día nadie duda de los beneficios de la profilaxis
antibiótica en cirugía, todavía siguen siendo tema
de estudio y controversia aspectos relativos a los procederes quirúrgicos
que se benefician exactamente, así como cuándo y qué
antibióticos son los más eficaces. Las cefalosporinas de primera (cefazolina) y segunda (cefuroxima) generación
y la amoxicilina más ácido clavulánico constituyen
los agentes antimicrobianos más adecuados en régimen profiláctico
al disminuir de forma significativa la incidencia de infección postoperatoria
con mejora del rendimiento. En el futuro se deben desarrollar protocolos que incluyan sustancias
seguras y baratas distintas de las empleadas habitualmente para el tratamiento
de la infección establecida y con una farmacocinética que
permita una única dosis preoperatoria. El conocimiento de las bases clínicas, microbiológicas,
farmacológicas y terapéuticas sigue constituyendo el pilar
fundamental de la elección razonada de antibióticos de forma
profiláctica, que requiere su evaluación periódica
cada dos años. BIBLIOGRAFÍA
– ¿Qué antibiótico se tiene que usar?
– ¿Qué vía utilizar?
– ¿Cuándo se debe iniciar?
– ¿Qué dosis?
– ¿Qué duración?
Tipo de cirugía
Microorganismos probables
Antibióticos Cardíaca
S.epidermis,S.aureus
bacilos gramnegativos
Cefazolina 2 g i.v. o cefuroxima 1,5 g i.v. Torácica
Cocos grampositivos
Cefazolina 2 g i.v. o cefuroxima 1,5 g i.v. Vascular
S.epidermis,S.aureus
bacilos gramnegativos
Cefazolina 2 g i.v. o cefuroxima 1,5 g i.v. Ortopédica
S.epidermis,S.aureus
bacilos gramnegativos
Cefazolina 2 g i.v. o cefuroxima 1,5 g i.v. Ortopédica
S.epidermis,S.aureus
bacilos gramnegativos
Cefazolina 2 g i.v. o cefuroxima 1,5 g i.v. Obstétrica-ginecológica
Cocos grampositivos, enterobacterias,
anaerobios
Amox+clav 2 g i.v. o cefazolina 2 g i.v. Neurocirugía
S.aureus, S.epidermis
Cefazolina 2 g i.v. o cefuroxima 1,5
g i.v. Cabeza y cuello
Cocos grampositivos, anaerobios,
bacilos gramnegativos Clindamicina
600 mg i.v.+tobramicina Gastroduodenal, hernia inguinal,
cáncer de mama Cocos
grampositivos y enterobacterias
Cefazolina 2 g i.v. o cefuroxima 1,5 g i.v. Vías biliares
Enterobacterias Cefazolina 2 g i.v. o cefuroxima 1,5 g i.v. Colorrectal y abdominal de
urgencia Anaerobios y enterobacterias
Amox+clav 2 g u ornidazol 1 g i.v.
+ tobramicina 200 mg i.v. Urológica
Bacilos gramnegativos Cefazolina 2 g i.v. o cefuroxima 1,5 g i.v. Traumatológica de
urgencia S.epidermis,
S.aureus, bacilos gramnegativos, anaerobios
Clindamicina 600 mg i.v.+gentamicina 160 mg i.v. o amox+clav
2 g i.v.
1) El beneficio debe superar los riesgos potenciales.
2) Régimen antibiótico eficaz, cómodo, seguro y
lo más barato posible.
3) Conseguir elevadas concentraciones plasmáticas y tisulares
al inicio de la cirugía.
4) Se consideran agentes de elección las cefalosporinas de primera
y segunda generación, tipo cefazolina, cefonicida o cefuroxima,
así como amoxicilina más ácido clavulánico.
5) No deben emplearse antimicrobianos de amplio espectro.
6) Su duración prolongada no es más eficaz que la corta
ya que no garantiza la ausencia de infección.
Como resumen podemos señalar que la profilaxis antibiótica
en cirugía es beneficiosa para prevenir la infección postoperatoria,
se debe emplear en situaciones concretas y utilizando determinados agentes
antibacterianos en forma de monodosis en el preoperatorio (2, 4, 5, 19,
20).PROFILAXIS ANTIBIÓTICA EN LOS DIVERSOS TIPOS DE CIRURGÍA