Infección urinaria en curieterapia

O. Doiz1, J. Valencia2, R. Escó2 y F.J. Castillo1
1Servicios de 1Microbiología y 2Oncología Radioterápica, Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, Zaragoza.

La curieterapia o braquiterapia es una modalidad de tratamiento radioterápico en el que la fuente radiactiva queda en contacto o próxima al tumor, siendo una de sus principales indicaciones los cánceres ginecológicos (1). Para la realización de este tratamiento es necesaria la inserción dentro de la vagina de unos aplicadores o guías, a través de los cuales son lanzadas las fuentes radiactivas por un sistema de control remoto, hasta quedar alojadas en contacto con el fondo vaginal.

Para evitar la movilización de la enferma y reducir el volumen vesical durante el tiempo del implante es necesario sondar a la paciente (2). Es bien conocido que el sondado es una maniobra traumática que representa un elevado riesgo de infección urinaria (3). En nuestro estudio, además, este riesgo se ve aumentado por los cambios que provoca la irradiación sobre la mucosa de la vejiga (4). Por este motivo, a las pacientes sometidas en nuestro hospital a esta modalidad de tratamiento oncológico se les administra norfloxacino a dosis de 400 mg cada 12 horas por vía oral (de dos a cuatro dosis).

El objetivo de nuestro estudio fue evaluar la utilidad de la pauta profiláctica indicada (5, 6), para lo cual recogimos con carácter prospectivo los datos de 30 pacientes a las que no se administró el tratamiento antimicrobiano de forma profiláctica, con edades comprendidas entre 36 y 76 años (media 60,86 ± 9,89), sometidas a curieterapia tras cirugía por tumores ginecológicos. La localización tumoral en 23 (76%) de las pacientes fue el endometrio, seis (20%) presentaron carcinoma de cérvix y una (3%) de ellas recidiva vaginal.

A todas las pacientes se las había sometido a cirugía, con histerectomía total, doble anexectomía y linfadenectomía pélvica. Veintiuna de ellas recibieron, previamente a la curieterapia, tratamiento con radioterapia externa con una dosis media de 4600 cGy. La duración de la aplicación (considerando también el tiempo de cálculo de dosimetría clínica y las paradas durante el implante) osciló entre 58 y 72 horas (media 49,067 ± 15,28) y la dosis de braquiterapia recibida osciló entre 1000 y 3000 cGy, variando por ello la dosis total (externa más intracavitaria) recibida por cada paciente entre 4400 y 7400 cGy (media 5278,33 ± 1544,49).

Los cultivos de orina anteriores al implante fueron todos negativos, mientras que de los realizados después del implante en ausencia de tratamiento con antimicrobianos fueron significativos ocho (26,7%) (7, 8), siendo el microorganismo más frecuente Escherichia coli, en tres pacientes, y el resto Streptococcus agalactiae, Enterobacter aerogenes, Staphylococcus hominis, Klebsiella pneumoniae y Corynebacterium grupo ANF.

La identificación y la sensibilidad antibiótica se realizó mediante paneles comercializados de microdilución en caldo (PASCO, Difco).

De todas las pacientes con bacteriuria significativa sólo una no presentó clínica sugestiva de infección urinaria. Las ocho pacientes recibieron tratamiento antibiótico, siete de ellas con norfloxacino y una con fosfomicina, de acuerdo con el perfil de sensibilidad que presentaban los aislamientos. Tras el tratamiento antibiótico se tomó un nueva muestra para urinocultivo, que resultó negativo en todos los casos.

Con el fin de establecer su posible participación como factores de riesgo o procesos subyacentes que predisponen o facilitan la infección urinaria en estas pacientes, analizamos las siguientes variables: tiempo de la aplicación, estadio tumoral, radioterapia externa y dosis recibida, total e intracavitaria; y las sometimos a estudio estadístico con el paquete SPSS. Comprobamos que no existe relación estadísticamente significativa entre la tasa de infección y dichas variables, lo cual indirectamente realza el papel que la sonda urinaria desempeña como factor de riesgo para el desarrollo de la infección urinaria.

A la vista de estos resultados, nosotros recomendamos el empleo sistemático de cobertura antibiótica en este tipo de tratamientos oncológicos que precisan maniobras traumáticas para su realización, así como la utilidad, al menos en nuestro medio, de norfloxacino.

BIBLIOGRAFÍA

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  2. González-González, J.C., Martínez-Carmona, S., Valenzuela Plata, E. y cols. [One-day prevalence study of catheterized patients at a University general hospital. The SIUMAR project]. Arch Esp Urol 1995; 48(6): 563-568.
  3. Rosselló, J., Campins, M., Vaqué, J., Llobet, E., Albero, I., Pahissa, A. Prevalence of the use of urinary drainage systems in Spanish hospitals. Med Clin Bar 1995; 105(3): 81-84.
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