P. Marín, A. Márquez, P. García-Martos, A. García-Tapia y J. Mira
Servicio de Microbiología, Hospital Universitario Puerta del Mar, C/ Ana de Viya nº 21, 11009 Cádiz
Streptococcus pyogenes (estreptococo beta hemolítico del grupo A) es el principal agente etiológico de la faringoamigdalitis aguda. También es la causa de otros procesos infecciosos de diversa localización (otitis, sinusitis, infección cutánea, celulitis, fascitis necrotizante y "shock" tóxico). La faringoamigdalitis aguda, habitualmente de curso benigno, debe tratarse con antimicrobianos para reducir la aparición de complicaciones locales o sistémicas. El antibiótico de elección en las infecciones por S. pyogenes es la penicilina, aunque su uso no garantiza el éxito terapéutico ya que en un 10% a 25% de los casos resulta ineficaz, al no erradicar el microorganismo de la faringe (1, 2). Los macrólidos son una alternativa en el caso de pacientes alérgicos a los betalactámicos. En los últimos años se ha referido una disminución de la sensibilidad a los macrólidos en cepas de S. pyogenes (2, 3). Hemos creído interesante establecer el perfil de sensibilidad a los macrólidos de las cepas aisladas en el área sanitaria de Cádiz, en comparación con el patrón obtenido en un estudio multicéntrico nacional realizado por el Grupo de Infección en la Atención Primaria. Estudiamos 22 cepas de S. pyogenes determinando las concentraciones mínimas inhibitorias (CMI) en placas con agar Mueller-Hinton y un 5% de sangre de cordero, siguiendo las normas del NCCLS (4); el punto de corte para determinar la resistencia a miocamicina fue 4 mg/l (5). Para la identificación de fenotipos de resistencia a los macrólidos nos ceñimos a los criterios de Seppäla y cols. (6). Los antibióticos probados fueron penicilina, eritromicina, azitromicina, miocamicina y clindamicina. En el estudio multicéntrico se evaluaron 441 cepas procedentes de 20 laboratorios de toda España. En la Tabla 1 se reflejan los valores de CMI50, CMI90 y el porcentaje de resistencia de nuestras cepas. Todas las cepas de S. pyogenes fueron sensibles a la penicilina, con CMI por debajo de 0,06 mg/l. Con respecto a los macrólidos detectamos un 59,1% de sensibilidad, mientras en el estudio multicéntrico se encontró un 78,0%. Las nueve cepas resistentes a la eritromicina también lo fueron a la azitromicina. No hallamos ninguna resistencia a las lincosamidas, mientras que en el estudio multicéntrico ésta era del 0,9%. Tampoco en nuestra serie apareció resistencia intermedia a ninguno de los antimicrobianos probados. En el estudio fenotípico nuestras cepas correspondían al fenotipo M (resistencia a la eritromicina y sensibilidad a la clindamicina); en el estudio multicéntrico, 79 cepas pertenecían al fenotipo M y el resto a otros fenotipos.
En los últimos años se ha demostrado un progresivo aumento de la resistencia a los macrólidos, tanto nacional como internacional (3, 7). En nuestro estudio, la resistencia a los macrólidos fue elevada (41%), situándose muy por encima de la media nacional. Esta resistencia correspondía al fenotipo M, lo que coincide con otros autores (2, 8). Los macrólidos representan una alternativa en el tratamiento empírico de las faringoamigdalitis agudas bacterianas y de las infecciones respiratorias, por su fácil administración y dosificación (8, 9). Quizás por este motivo se utilicen con demasiada frecuencia y las resistencias de S. pyogenes a este grupo de antibióticos sea tan elevada en nuestra zona. Este incremento de la resistencia se ve también influenciado por otros factores, tales como la presencia de reservorios humanos o de otras especies con microorganismos portadores de genes de resistencia (10). Consideramos que el uso de macrólidos debería restringirse a los casos de fracaso terapéutico y alergia a los betalactámicos. Aunque algunos autores han comunicado resistencia a las lincosamidas (1, 2) y en el estudio multicéntrico un 0,9% de las cepas resultaron resistentes, nosotros no hemos encontrado ninguna hasta la fecha. Consideramos necesario, pues, controlar la sensibilidad a este grupo de antimicrobianos para detectar la posible aparición de resistencias. BIBLIOGRAFÍA
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