M. del Cuerpo, E. Lozano, E. Miró y F. Navarro
Servicio de Microbiología, Hospital de la Santa Creu i Sant
Pau, Universidad Autónoma de Barcelona,
Avda. Sant Antoni Ma Claret no 167, 08025 Barcelona,
Spain.
Para estudiar la sensibilidad de un microorganismo por técnicas de difusión se dispone de dos sistemas, el de discos de papel impregnados con el antibiótico y las tabletas, consistentes en una suspensión del antibiótico liofilizada y comprimida en material inerte.
Los fabricantes recomiendan conservar los discos a –20 °C para largos periodos o entre 2 y 8 °C si se utilizan en el plazo de una semana. Por el contrario, las tabletas se han considerado más estables, pudiéndose almacenar a temperatura ambiente y manteniendo su actividad más tiempo que los discos (1). La importancia de una buena conservación se ha demostrado en varios trabajos, especialmente para los betalactámicos (2-4).
En el presente estudio se ha evaluado la estabilidad de los discos y de las tabletas cargadas con diferentes betalactámicos, y conservadas a temperatura ambiente y entre 4 y 6 °C.
Para esta evaluación se utilizaron los discos Oxoid (Unipath Ltd., Basingstone, UK) y las tabletas Neo-sensitabs (A/S Rosco, Taastrup, Dinamarca) durante un periodo de almacenamiento de seis meses, utilizando las cepas Escherichia coli ATCC 25922 y Staphylococcus aureus ATCC 25923 (penicilinasa negativa). Ambas se mantuvieron en agar sangre durante todo el estudio, resembrándose cada 15 días y utilizándolas tras una resiembra en agar sangre de 18 a 24 horas. Los antibióticos evaluados fueron penicilina (tabletas Rosco (tR) de 5 µg y discos Oxoid (dO) de 6 µg), ampicilina (tR 33 µg, dO 10 µg), amoxicilina (tR 30 µg, dO 25 µg), amoxicilina-ácido clavulánico (tR 30/15 µg, dO 20/10 µg), ticarcilina (tR 75 µg, dO 75 µg), piperacilina (tR 100 µg, dO 100 µg), piperacilina-tazobactam (tR 100/10 µg, dO 100/ 10 µg), oxacilina (tR 1 µg, dO 1 µg), cefotaxima (tR 30 µg, dO 30 µg) e imipenem (tR 15 µg, dO 10 µg). El estudio se efectuó de abril a octubre de 1996. Para ambos sistemas, tabletas y discos, se evaluaron dos temperaturas de conservación: temperatura ambiente y nevera (4-6 °C). Los antibiogramas se realizaron con el mismo inóculo (0,5 McFarland) y en el mismo lote de medio de Mueller-Hinton (Oxoid, Unipath Ltd., Basingstone, UK), incubándose a 37 °C durante 18 horas según técnicas estándar (5). Los antibiogramas se efectuaron cada semana durante el primer mes, cada quincena durante el segundo y tercer mes y, finalmente, en el cuarto y sexto mes de iniciar el estudio. Los resultados obtenidos se contrastaron con los valores de referencia facilitados por el "National Committee for Clinical Laboratory Standards" (5) y con los suministrados por la casa comercial, y se evaluaron estadísticamente mediante análisis de la varianza.
Por lo que respecta a la temperatura de conservación, al comparar para cada antibiótico los diámetros de los halos de inhibición de los discos conservados entre 4 y 6 °C con los conservados a temperatura ambiente no se encontraron diferencias significativas a lo largo de todo el estudio; tampoco se encontraron diferencias al comparar los halos de las pastillas conservadas entre 4 y 6 °C con las conservadas a temperatura ambiente, de modo que tanto los antibióticos que permanecieron estables durante el tiempo del estudio como los que disminuyeron su actividad lo hicieron de modo paralelo a ambas temperaturas (p = 0.9112).
Por lo que respecta a la estabilidad de cada antibiótico a lo largo del tiempo, todos los diámetros de los halos de inhibición obtenidos mediante las tabletas se encontraron dentro de los límites recomendados por el fabricante (sólo se compararon aquellos antibióticos de los que se disponía de dichos valores límite). Al analizar los discos se observó un deterioro de la actividad de tres antibióticos (al reducirse el diámetro del halo de inhibición por debajo de los límites establecidos por el NCCLS). Esta disminución del halo por debajo de los límites aceptables se observo únicamente en E. coli, manteniéndose la actividad con la cepa de S. aureus (Fig. 1). La ticarcilina fue el antibiótico que perdió más rápidamente su actividad puesto que a las dos semanas los diámetros obtenidos tras conservar los discos entre 4 y 6 °C ya eran inferiores a los límites establecidos; lo mismo ocurrió con la ampicilina y con la asociación amoxicilina-ácido clavulánico, aunque en este caso fue al mes de iniciarse el estudio. Se mantuvo la actividad de la penicilina, la amoxicilina, la piperacilina, la piperacilina-tazobactam, la oxacilina, cefotaxima y el imipenem.
En el presente estudio ha podido constatarse que en todos los antibióticos estudiados durante los 6 meses su estabilidad en el tiempo ha sido independiente de la temperatura de mantenimiento.
No sabemos el porqué de la pérdida de actividad de los tres betalactámicos, sólo constatada en E. coli y no en S. aureus. Una posible explicación sería que los discos de ampicilina, amoxicilina-ácido clavulánico y ticarcilina hubieran perdido actividad, pero que al iniciar el experimento tuvieran aún una carga que diera halos de inhibición en el límite inferior del intervalo aceptado, y que al progresar su inactivación se obtuvieran halos por debajo del límite aceptado, siendo más visible la disminución en E. coli que en S. aureus por el menor tiempo de generación del primero en el medio utilizado.
Tampoco ha podido interpretarse con precisión la causa del ligero incremento en el tiempo del halo con algunos antibióticos, permaneciendo dentro de los límites esperados, pero lo atribuimos a la variabilidad esperada en estos experimentos.
La pérdida de estabilidad de los antibióticos es un hecho a tener en cuenta en el momento de interpretar cualquier antibiograma, ya que puede ser motivo de falsas resistencias. Por ello deben realizarse rutinariamente controles de calidad y profundizar en el conocimiento de los mecanismos de resistencia, que permiten reconocer las incongruencias que se puedan producir por causas técnicas.