El consumo de antimicrobianos en España: ¿un problema sin solución?

J.J. Granizo
Fundación Jiménez Díaz, Madrid

Desde hace años, España es uno de los países que presenta una mayor prevalencia de microorganismos resistentes a numerosos antibióticos de uso común. Este hecho, sobradamente conocido, se une a otro no menos importante, ya que en un estudio recientemente publicado España aparece, tras Francia, como la segunda nación de la Unión Europea con mayor consumo de antibióticos (1). Según estos datos, tomados de las ventas del año 1997, el consumo de antibióticos en España es particularmente elevado en lo que respecta a penicilinas de amplio espectro y macrólidos, destacando un mínimo consumo de penicilinas de reducido espectro.

Desde el punto de vista epidemiológico no parece existir una justificación para esta situación. La incidencia de enfermedades infecciosas en nuestro país no tiene una magnitud tal que haga comprensible este consumo, y debemos buscar la explicación a este hecho en otro lugar. A su vez, dos consecuencias fundamentales se derivan de este aparentemente excesivo consumo: el aumento del gasto sanitario y el impacto que puede causar en la aparición de resistencias, hecho demostrado con razonable solidez en el ambiente hospitalario, pero no tan certeramente en la comunidad, aunque se acumulan los indicios de la relación entre consumo y resistencia (2, 3).

Llegados a este punto cabe preguntarse qué explica este elevado consumo de antibióticos. Para ello habría que fijarse en la peculiar idiosincrasia del mercado farmacéutico y en las particularidades del español en concreto, para dilucidar qué sucede en España que pueda dar una explicación, al menos en parte, a este consumo. Muchas de las respuestas las conocemos gracias al proyecto URANO, auspiciado por la Sociedad Española de Quimioterapia con la colaboración del Ministerio de Sanidad y de Farmaindustria. Aunque del estudio URANO se desprenden conclusiones que apuntan en diferentes sentidos, uno de los hechos que más llama la atención es que dentro de las diversas especialidades farmacéuticas comercializadas en España, algunas de ellas generan grandes ventas sin receta, siendo dispensadas directamente a través de las farmacias, lo cual beneficia especialmente a la amoxicilina. Por otra parte, según se ha demostrado, más del 50% de los niños que acuden a una consulta de pediatría por un problema infeccioso han sido medicados previamente por sus padres. A ello hay que añadir lo que se ha venido en llamar la automedicación encubierta, o la demanda de un determinado tratamiento al médico, circunstancia que ha demostrado ser especialmente frecuente con los procesos infecciosos y petición que a veces es atendida por los médicos por variadas razones (4).

Esta visión de la situación sitúa, al menos para algunas familias de antibióticos, el problema del excesivo consumo de antimicrobianos en el terreno de los pacientes, usuarios finales del producto, aunque ésta sea una visión parcial del problema que tiene componentes mucho más complejos.

No es el lugar para examinar las causas de este hecho, impensable con otras especialidades, pero sí es importante apuntar que desde esta perspectiva del usuario como consumidor y demandante de antibióticos, las soluciones deben pasar inevitablemente por la educación sanitaria, ya que abordar una política restrictiva sobre las ventas sin receta podría tener efectos colaterales no deseables.

Tras el proyecto URANO se ha abordado una campaña masiva de información en los medios de comunicación, titulada "Con los antibióticos no se juega", puesta en marcha por iniciativa de la SEQ y contando con el apoyo del Ministerio de Sanidad y de Farmaindustria, que ha sido el primer intento coordinado y de gran envergadura para poner freno a este problema. Evaluar la eficacia de esta campaña es todavía muy prematuro. La cultura de la automedicación está fuertemente extendida en nuestro país y su control requiere una campaña de educación constante, que enfoque a lo largo del tiempo los diversos aspectos que este problema puede tener y que identifique poblaciones específicas sobre las cuales actuar. Es buen momento para recordar que hace poco menos de un año que esta campaña se puso en marcha y que, por lo tanto, es necesario volver sobre el tema para dar una necesaria continuidad al proyecto.

Desde luego, la educación sanitaria puede realizarse aprovechando el enorme poder que poseen los medios de comunicación social, pero el contacto logrado con el usuario a través de los canales publicitarios no pasa de ser una breve llamada de atención que necesita del refuerzo de un conocimiento adquirido. Para ello, el papel del médico, especialmente el de atención primaria, es fundamental.

BIBLIOGRAFÍA

1. Cars, O., Mölstad, S., Melander, A. Variation in antibiotic use in the European Union. Lancet 2001; 357: 1851-1853.

2. Granizo, J.J., Aguilar, L., Casal, J., Dal-Re, R., Baquero, F. Streptococcus pyogenes resistance to erythromycin in relation to macrolide consumption in Spain (1986-1997). J Antimicrob Chemother 2000; 46: 959-964.

3. Granizo, J.J., Aguilar, L., Casal, J., García-Rey, C., Dal-Re, R., Baquero, F. Streptococcus pneumoniae resistance to erythromycin and penicillin in relation to macrolide and beta-lactam consumption in Spain (1979-1997). J Antimicrob Chemother 2000; 46: 767-773.

4. Grupo para el Estudio del uso Racional de los Antibióticos Orales. Informe acerca del uso racional de los antimicrobianos. Documento de consenso. Proyecto Urano. Doyma, Madrid 1999.

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