Los antibióticos se empezaron a utilizar en medicina veterinaria poco después de su aplicación en medicina humana. Hoy en día la gran variedad de antibióticos existente permite el tratamiento de las enfermedades infecciosas que afectan tanto a los animales de compañía como a los destinados al consumo humano, contribuyendo así a mantener la salud de la población.
El empleo de antibióticos en animales de compañía tiene fines fundamentalmente terapéuticos y a veces profilácticos, mientras que en los animales productores de alimentos también se pueden utilizar como promotores del crecimiento añadiéndolos al pienso en dosis subterapéuticas durante periodos de tiempo relativamente prolondados.
UTILIZACIÓN DE ANTIBIÓTICOS EN ZOOTECNIA
Los antibióticos se utilizan ampliamente como aditivos en el pienso y el agua de bebida de animales destinados a la producción de alimentos. La práctica de incluir antibióticos en la alimentación de los animales está muy extendida desde que en 1950 Stokstad y Jukes (1) observaron que tras la administración de pequeñas dosis de clortetraciclina aumentaba su ritmo de crecimiento.
Los mecanismos mediante los cuales los antibióticos aceleran el crecimiento y favorecen un mayor aumento de peso en los animales que los consumen no se conocen bien. Se cree que la forma en que promueven el crecimiento se debe a la eliminación de organismos causantes de infecciones subclínicas, a la reducción de sustancias tóxicas, como el amoniaco, que retardan el crecimiento, y a la menor destrucción y competencia por nutrientes en el tracto gastrointestinal por parte de los microorganismos. Como consecuencia existe una mayor capacidad de adaptación de los animales a los cambios de alimentación y manejo, y una disminución de enfermedades causadas por el transporte y los cambios de ambiente, con lo cual se logran mayores ganancias de peso, con menor cantidad de alimento consumido, en periodos menores de tiempo (2).
Se puede decir que la causa final del aumento del crecimiento es una compleja interacción de factores nutritivos, fisiológicos, microbianos y patológicos. Esta respuesta es distinta para cada especie animal y, dentro de una misma especie, es distinta según la raza, la edad de los animales, las condiciones ambientales o el tipo de alimentación. El índice de conversión del pienso y el índice de crecimiento suelen aumentar conforme aumenta la dosis del antibiótico hasta un cierto límite. El efecto de los antibióticos es más marcado en casos de poca higiene, ya que actúan frente a los agentes infecciosos. No obstante, parece posible diferenciar el efecto estimulante del crecimiento ejercido por los antibióticos del efecto que tienen como preventivos de enfermedades, sobre todo cuando se trata de antibióticos que no se absorben en el intestino (3).
También se obtienen ventajas medioambientales, ya que una mayor productividad permite una reducción significativa del número de animales necesarios para alimentar a una determinada población. Menos animales significa una menor carga para el medio ambiente como resultado de volúmenes menores de metano y de residuos animales. Más aún, el mejor uso de la alimentación animal lleva a menores concentraciones de nitrógeno y de fósforo en el estiércol y, por tanto, en el agua.
La utilización de antibióticos como aditivos en el pienso con el fin de estimular el crecimiento tiene varios inconvenientes. Puede inducir resistencia a los antibióticos en los microorganismos, tanto en las bacterias que producen infecciones zoonósicas como en las bacterias apatógenas que actúan como reservorios de plásmidos para las bacterias dotadas de mayor grado de virulencia, y dejar residuos de antibióticos en las carnes. Además, entraña el peligro de que se contaminen accidentalmente los piensos durante su molienda. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el uso de un determinado antibiótico en las pequeñas concentraciones necesarias para conseguir la estimulación del crecimiento, es menos probable que seleccione flora resistente que el uso de ese mismo antibiótico en concentraciones profilácticas o terapéuticas (3).
Con el fin de evitar problemas de inducción de resistencias o de residuos en los alimentos, la Unión Europea ha establecido listas de antibióticos que pueden ser utilizados como aditivos en la alimentación animal. En general se trata de antibióticos que no se usan en terapéutica humana ni animal y que no se absorben en el tracto gastrointestinal. Así, la Orden de 23 de marzo de 1988 (4) establece la lista de aditivos autorizados, los contenidos máximos y mínimos y las características de su composición. Dicha orden ha sufrido numerosas modificaciones, adaptándose a la evolución de los conocimientos científicos y técnicos. Los antibióticos cuyo uso está admitido en la actualidad (en determinadas condiciones) como aditivo en los piensos destinados a la alimentación animal vienen reflejados en la Tabla 1.
Tabla 1. Antibiótico admitidos como aditivos en determinadas condiciones.
No CEE | Aditivo |
E - 700 | Bacitracina de zinc |
E - 710 | Espiramicina |
E - 711 | Virginiamicina |
E - 712 | Flavofosfolipol |
E - 713 | Fosfato de tilosina |
E - 714 | Monensina sódica |
E - 715 | Avoparcina |
E - 716 | Sanilomicina sódica |
E - 717 | Avilamicina |
UTILIZACIÓN DE ANTIBIÓTICOS CON FINES PROFILÁCTICOS Y TERAPÉUTICOS EN VETERINARIA
La producción animal a gran escala ha favorecido el desarrollo de productos que protegen la salud de los animales. Por razones económicas y medioambientales, muchas formas de producción animal suponen la concentración de un gran número de animales en un espacio reducido. En esta situación, las infecciones subclínicas pueden dañar seriamente la productividad de la explotación, ya que, en un momento dado, pueden alcanzar proporciones clínicas y afectar rápidamente a todos los animales de ese ambiente cerrado.
En este tipo de explotaciones en las que tratar a cada individuo por separado es prácticamente imposible tiene mucha importancia la adición de antibióticos y otros medicamentos al pienso, para prevenir enfermedades o, en caso necesario, tratar a toda la población animal.
La incorporación de España a la Comunidad Europea ha supuesto importantes modificaciones legislativas en este sector. El Real Decreto 109/1995 de 27 de enero (5) regula todo lo relacionado con los medicamentos veterinarios, y el Real Decreto 157/1995 de 3 de febrero (6) establece las condiciones de preparación, puesta en el mercado y utilización de los piensos medicamentosos. Dicha normative exige, además, que tales piensos, por lo que respecta al componente medicamentoso, respeten las normas aplicables a los medicamentos veterinarios y que, en consecuencia, sólo se empleen premezclas medicamentosas autorizadas, así como que la entrega de piensos medicamentosos se efectúe mediante prescripción de un veterinario.
Tras la administración de antibióticos en veterinaria es necesario respetar un plazo de espera o periodo de supresión antes de utilizar la carne, leche, huevos o cualquier producto animal, para que el antibiótico haya sido eliminado totalmente y no queden residuos o que éstos se encuentren por debajo del límite máximo de residuos fijado en cada caso.
CONSUMO DE ANTIBIÓTICOS
No existen muchos datos contrastados sobre el consumo de los distintos antibióticos en veterinaria. Wierup (7) hizo un estudio en Suecia, en 1980, según el cual el empleo de medicamentos veterinarios fue de 67,8 toneladas (peso de sustancia activa), de los cuales 43,3 fueron antibióticos (14,6 toneladas se utilizaron como promotores del crecimiento y 28,7 como terapéuticos).
Tabla 2. Distribución por especies del volumen de ventas nacionales de antiinfecciosos (millones de pesetas).
Especie | 1995 | 1996 |
Vacuno | 36 | 34 |
Porcino | 32 | 34 |
Ovino/caprino | 11 | 12 |
Aves | 11 | 11 |
Animales compañía | 7 | 7 |
Équidos | 0,5 | 0,5 |
Conejos | 1,5 | 1,5 |
Otros | 1 | - |
En España la escasez de datos se debe, en parte, a factores como la dispersión en el sistema de distribución de los medicamentos veterinarios existente anteriormente y a la falta de implantación de la receta veterinaria. Por otra parte, la mayoría de los datos disponibles se refieren a volumen de ventas más que a consumo efectivo. Según datos de Veterindustria (la asociación que reúne a la industria farmacéutica dedicada a la sanidad animal), el volumen de ventas de productos farmacológicos en general ha pasado de 12.223 millones de pesetas en 1994 a 13.646 millones en 1995, y la previsión para 1996 era de más de 14.700. De éstos, la gran mayoría son agentes antiinfecciosos: entre el 97% y el 99% de las ventas de productos farmacológicos. En las Tablas 2 y 3 se muestra la distribución por especies y por grupos del volumen de venta total de agentes antiinfecciosos. En la Tabla 4 se desglosa cada uno de los grupos de antiinfecciosos más importantes en función del volumen de ventas de los últimos años. En la Tabla 5 se detalla la distribución por especies de los grupos de antiinfecciosos más importantes en función del volumen de ventas.
En 1996 el volumen de ventas de aditivos y premezclas medicamentosas supuso en España un total de 7,5 millones de pesetas (según las empresas farmacéuticas representadas por Veterindustria), de los cuales 2,27 correspondieron a antibióticos estimulantes de las producciones y 2,32 a premezclas medicamentosas, de las cuales el 74% fueron antibióticos profilácticos y/o terapéuticos aislados y el 26% combinados.
Es de esperar que con la futura implantación generalizada de la receta veterinaria se cuente con más datos del consumo real de antibióticos en veterinaria.
PANORAMA DEL MERCADO DE LA SANIDAD ANIMAL
La Federación Europea de Sanidad Animal (FEDESA) cuenta con datos generales de volumen de ventas en Europa. Las ventas de productos de sanidad animal en 1991, en los 11 países que representa esta asociación, incluyendo los aditivos, supusieron 2,7 billones de ecus (1 ecu = 128,27 pesetas). En esta fecha Francia tenía el mayor mercado, con un 25,4%, seguida por Alemania (18,5%), España (14,1%), Reino Unido (13,4%), Italia (10,4%) y Países Bajos (8,1%) (Fig. 1). Según datos de esta misma fuente, los antiinfecciosos, principalmente antibióticos, son las sustancias más frecuentemente utilizadas para tratar enfermedades animales (Fig. 2).
Tabla 3. Distribución por grupos del volumen de ventas nacionales de antiinfecciosos (millones de pesetas).
Agentes antiinfecciosos | 1994 | 1995 | 1996 |
Antibióticos inyectables aislados | 2051 | 2394 | 2758 |
Antibióticos inyectables combinados | 3321 | 3158 | 3211 |
Sulfamidas inyectables | 114 | 132 | 158 |
Antibióticos orales aislados | 1641 | 2100 | 2313 |
Antibióticos orales combinados | 1350 | 1560 | 1474 |
Antiinfecciosos orales animales compañía | 326 | 523 | 601 |
Sulfamidas orales | 403 | 472 | 513 |
Antimamíticos | 1398 | 1580 | 1705 |
Resto de agentes antiinfecciosos | 1468 | 1526 | 1619 |
De todos los productos de salud animal fabricados mundialmente, el 30% se usan para el tratamiento de cerdos, el 27% para el ganado vacuno y el 26% para el de aves. El valor de mercado para estas tres especies alcanzó los 8,1 billones de ecus en 1991 (8). El mercado de la sanidad animal para ovejas y cabras es considerablemente más pequeño, con sólo un 5%. No se suele tener en cuenta la importancia del mercado de la sanidad animal para animales de compañía. Los dueños de animales de compañía y de caballos gastan más de 1,1 billones de ecus al año en productos veterinarios (el 12% de las ventas globales) (Fig. 3).
CONSECUENCIAS DE LA UTILIZACIÓN DE ANTIBIÓTICOS EN ANIMALES
La utilización de antibióticos en animales destinados al consumo humano proporciona innegables ventajas, ya que permite una mejora en la producción al promover el crecimiento y facilitar el control de sus enfermedades. Los beneficios alcanzan al consumidor, que encuentra disponibles con mayor facilidad proteínas de origen animal. Sin embargo, existe la posibilidad de que residuos de dichos compuestos (o sus metabolitos) persistan en el animal y, por tanto, pasen a la cadena de alimentación humana, comportando una serie de riesgos:
�Problemas sanitarios: toxicidad y aparición de resistencias.
�Problemas tecnológicos.
�Problemas analíticos.
Tabla 4. Grupos de agentes antiinfecciosos más importantes en función del volumen de ventas (millones de pesetas).
1994 | 1995 | 1996 | |
Tabla 5. Volumen de ventas de antibióticos por especies (millones de pesetas).
Especie | Inyec- tables aislados |
Inyec- tables combinados |
Orales ais- lados |
Orales combi- nados |
Vacuno | 1000 | 938 | 420 | 442 |
Porcino | 1158 | 1487 | 1003 | 442 |
Ovino/caprino | 530 | 674 | - | - |
Aves | 20 | - | 890 | - |
Équido | - | 44 | - | - |
Conejos | - | 41 | - | 31 |
Problemas sanitarios
El consumo de productos animales que contienen residuos de antibióticos puede producir los mismos efectos perjudiciales que si se administrara de forma directa una dosis equivalente. Los efectos tóxicos son, en general, poco probables, ya que los residuos estarán presentes en pequeñas cantidades, pero pueden producir reacciones alérgicas en individuos sensibles.
El principal efecto peligroso es, desde el punto de vista sanitario, el desarrollo de resistencias bacterianas (9), que se pueden extender de unos microorganismos a otros pasando de los animales al hombre (10, 11), ya que sus ecosistemas bacterianos no están separados (12). La ruta principal por la que pueden transmitirse las bacterias resistentes de los animales al hombre es el contacto directo con los animales que están siendo tratados o están consumiendo antibióticos con el alimento. En este caso tienen mayor riesgo las personas que están directa y continuamente relacionadas con ellos, como veterinarios, granjeros, etc. Aunque esta vía puede ser importante desde el punto de vista individual, el número de personas que tienen relación directa con los animales es muy pequeño comparado con el total de la población y, por lo tanto, esta forma de transmisión tiene menos importancia desde el punto de vista de salud pública (2). Otra vía de transmisión más general sería el consumo o manipulación de productos de origen animal, como la leche, los huevos y la carne, que contengan flora resistente a antibióticos. La leche generalmente se pasteuriza y aunque es poco probable que contenga bacterias resistentes puede tener residuos de antibióticos por haber recibido el ganado tratamientos terapéuticos con estos compuestos. Los huevos se encuentran en la mayoría de los casos estériles si la cáscara no ha sufrido ningún daño al manipularlos. Por tanto, la carne es la que puede representar el mayor peligro debido a la contaminación por bacterias resistentes del contenido intestinal a la hora del sacrificio.
Problemas tecnológicos
Los residuos de antibióticos dan lugar a fermentaciones anormales y fallos en los iniciadores de los productos cárnicos fermentados. La presencia de estos residuos en la leche puede inhibir el crecimiento de los microorganismos requeridos para la fabricación de queso o yogur.
Problemas analíticos
Los residuos de antibióticos pueden inhibir el desarrollo de la flora microbiana que ha podido contaminar un alimento y, de esta forma, cuando se realiza el análisis bacteriológico pasa desapercibida la presencia de patógenos. De este modo podría permitirse comercializar un alimento potencialmente peligroso o de mala calidad bacteriológica, cuyos patógenos se desarrollarán una vez que en el curso de su manipulación el efecto inhibidor de los antibióticos se haya disipado.
Dada la importancia que, desde el punto de vista sanitario y comercial, tiene la presencia de estos residuos, se han desarrollado diferentes sistemas de control. En este sentido, España cuenta con un Plan Nacional para la Investigación de Residuos en los Animales y en las Carnes Frescas (Real Decreto 1262/1989) (13) que será proximamente modificado para adaptarlo a la nueva Directiva 96/ 231CE (14).
El Reglamento N� 2377/90 del Consejo de las Comunidades Europeas (15) (y las numerosas modificaciones posteriores) establecen límites máximos de residuos de diversos medicamentos veterinarios en alimentos de origen animal. La Tabla 6 incluye los antibióticos afectados por el citado reglamento o por sus modificaciones.
Tabla 6. Antibióticos con límite máximo de residuos.
Bencilpenicilina | Marbofloxacino | Josamicina |
Ampicilina | Sulfamidas | Decoquinato |
Amoxicilina | Fluorfenicol | Estreptomicina |
Oxacilina | Tetraciclina | Dihidroestreptomicina |
Cloxacilina | Oxitetraciclina | Colistina |
Dicloxacilina | Clortetraciclina | Gentamicina |
Cefquinoma | Espiramicina | Clorsulona |
Ceftiofur | Tilosina | Neomicina |
Penetamato | Eritromicina | Rifaximina |
Enrofloxacino | Tilmicosina | Nitrofuranos |
Sarafloxacino | Trimetoprima | Ronidazol |
Danafloxacino | Dimetridazol | Dapsona |
Aminosidina | Tianfenicol | Cloranfenicol |
El Centro Nacional de Alimentación del Instituto de Salud Carlos III es Laboratorio Nacional de Referencia para la determinación de residuos de antibióticos. En un estudio sobre 634 muestras recibidas en dicho Centro para identificar el inhibidor detectado en los laboratorios de control durante los años 1994 y 1995 (16) se observó que en más del 90% de las muestras de riñón y músculo de ovino remitidas para su confirmación se detectó la presencia de residuos de tetraciclinas. Las tetraciclinas fueron asimismo el grupo de residuos más frecuentemente determinado en muestras de porcino, pero también se detectaron betalactámicos en un número importante de muestras de músculo de esta especie, y neomicina o gentamicina en el riñón. Los porcentajes en vacuno son más variados: tetraciclinas y betalactámicos son los residuos más frecuentes en músculo, y neomicina o gentamicina en riñón. Si consideramos el conjunto de todos los tejidos y especies, el 83% de las muestras positivas contenían tetraciclinas, el 7,5% betalactámicos, el 5% neomicina o gentamicina, el 1,7% eritromicina y otros macrólidos, el 1,7% estreptomicina y menos del 0,5% tilosina y quinolonas. Hay que tener en cuenta que los resultados se refieren a la detección de un residuo, pero esto no quiere decir que la concentración detectada esté por encima del límite máximo de residuos. De hecho, en el caso más frecuente (la presencia de residuos de tetraciclinas), el número de muestras positivas con residuos por encima del límite (100 �g/kg en músculo y 600 �g/kg en riñón) no supera el 16%.
BIBLIOGRAFÍA